Hoy día 11 de enero de 2018 hemos
ido a trabajar como cada día a nuestra finca, en la que tenemos en marcha desde
hace casi 5 años un proyecto de agricultura y avicultura ecológica en el que hemos
puesto toda nuestra ilusión, trabajo, esfuerzo y mucho dinero.
Desafortunadamente esa ilusión ha ido haciéndose añicos día a día gracias sobre
todo a la fantástica política agraria común que tenemos y el gran apoyo que
presta este país a sus pequeños empresarios, pero hoy, ha sido sin duda el peor
de todos los días. Al llegar nos hemos encontrado con que nos habían robado 70
de las 100 gallinas que tenemos, herramientas varias y por supuesto, han
destrozado la valla del gallinero. A simple vista podría decirse que no es una gran pérdida, pero lo es, y mucho. Este
gallinero se construyó hace pocos meses a través de financiación colectiva,
gracias al apoyo de unas 20 familias que apostaron por el proyecto y adelantaron
el dinero para su construcción y, a los que ahora les estábamos devolviendo el
dinero en “huevos”. Un proyecto precioso
gracias al cual proveemos a los consumidores de huevos de la mejor calidad,
procedentes de gallinas felices que viven en un gallinero de obra maravilloso
con casi 3000m2 para tomar el sol, escarbar o picotear.
El/los desgraciados que han
cometido este delito, se las han llevado por la noche metiéndolas en sacos,
aprovechando que estaban dormidas. Esto que parece un simple robo con violencia,
es mucho más que eso. Tenemos una deuda que pagar, porque como comentaba,
contar en este país con la ayuda del estado es una utopía y con la protección
en el campo, ni digamos. La deuda no es
en sí grande y la reinversión a volver a hacer tampoco. El hecho es que ahora
reponemos las gallinas, las alimentamos durante casi dos meses hasta que
empiecen a poner huevos y entonces, cuando podemos empezar a recuperar dicha
inversión, seguimos igualmente desprotegidos ante desgraciados de esta calaña
porque el estado no es capaz de poner freno a esto, las leyes no son duras y
los actos delictivos no tienen consecuencias.
Pienso en la posible necesidad de
esta gentuza a la hora de cometer estos actos y no me lo creo. No me creo que de verdad lo necesiten, no me creo que necesiten trabajo,
no me creo que sea la única alternativa que tienen. Lo que creo es que en este
país no hay educación ni principios. Ni siquiera sentido común, pues hacer que
negocios como el nuestro tengan que cerrar, lo único que consiguen es reducir
las probabilidades de crear empleo en el medio rural, por otra parte cada día
más despoblado.
Y por favor, que nadie piense que
las ayudas del campo son tan maravillosas como las pintan, o al menos para los
que lo trabajamos. Somos propietarios de la tierra, la trabajamos diariamente y
no conseguimos los derechos necesarios para optar a unas ayudas que sí
disfrutan muchos que ya vendieron sus tierras y por lo tanto no trabajan en
ellas. Si queréis ver el trapicheo diario que hay en páginas de segunda mano
sobre “derechos” de tierras en compra-venta, no tenéis más que bichear en
internet, es alucinante.
Es tal la impotencia ante todo lo
que ocurre que no sabemos qué hacer. Solo pediros a quienes nos leáis que
compartáis la información, que demos difusión a esto que mina las pocas
oportunidades que tiene gente como nosotros de salir adelante con este tipo de
proyectos. Que si alguien vive en los alrededores de Utrera (Sevilla) y tiene
cualquier información nos contacte. Muchas gracias
Judit
Verdura Pura